miércoles, 9 de noviembre de 2011

fragmento novela


La Casa de los gatos:
Roberto era un hombre misterioso, su mirada  de penetrantes ojos negros tan negros como su largo cabello y su barba. Al observarlo me recordó la figura de aquel personaje ruso amigo de la zarina el llamado Rasputín, en verdad se le parecía. Cuando lo conocí llegamos a su casa con otros jóvenes, quienes ya me  habían hablado de él y de su casa la casa de Zeppelín la llamaban o la casa de los gatos. Era el dueño de la casa y los que me invitaron sus huéspedes.
Viejo Roberto lo llamaban aunque en realidad no era viejo, no sabría con exactitud qué edad tenía pero creo que alrededor de 40. Mis amigos llevaban botellas de vino y otras viandas para ofrecerle y compartir conmigo. Había música, y algarabía aunque la casa lucía lúgubre y misteriosa. Los huéspedes todos jóvenes impregnaban el lugar con su energía.
Me senté en un sofá mientras lo observaba y a su vez el me observaba, su figura me inquietó desde el principio. No sabía que pensar ni que imaginar, solo estaba perturbada por su misteriosa mirada. En un momento uno de los jóvenes, punks, llamado Carlos, me habló al oído y me dijo que Zeppelín, es decir Roberto podía leer la mente o mejor dicho escuchar los pensamientos. Al decirme eso, volteé a mirarlo de inmediato sorprendida y él seguía mirándome; con su mirada supe que lo que me había dicho Carlos era verdad….

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